A continuación del relato del periodista Luis María Ruiz en este mismo espacio, en la edición de ayer de LA GACETA, en la Legislatura prometía arder Troya. El grupo oficialista corría riesgo de romperse y los ánimos estaban tan caldeados que el titular del bloque, Roque Álvarez, intentó mediar y echar agua al fuego que se había encendido en torno al ahora frustrado aumento de las tarifas de la electricidad y del agua. La cuestión era así. Una mayoría de los parlamentarios, oficialistas y opositores, se oponía a que se concretara el anunciado incremento. En primer lugar, consideraban que iba a ser un costo político altísimo ante una sociedad golpeada por todos lados: por la pandemia, por la economía, por la inseguridad, por el aislamiento y por la desazón generalizada. Por otra parte, otra vez se sintieron ninguneados porque se enteraron por LA GACETA de que iba a haber subas.
De eso se habló en la reunión de bloque del martes en tono elevado y con amenazas de ruptura en la bancada oficialista. Los manzuristas querían que a toda costa se avanzara con lo que había anunciado el gobernador y los jaldistas ya tenían listas las dos leyes para congelar las tarifas hasta 2021. Parecía no haber salida y se iba a consumar un golpe duro para el propio Gobierno en la Cámara, durante la sesión de hoy, además de una posible guerra entre oficialistas en la Legislatura, y heridas en la relación entre Osvaldo Jaldo y Juan Manzur. La solución alumbró ayer a la mañana. El bloque oficialista nominó a Álvarez como enviado para poner en autos de la situación al gobernador. “Hay lío”, le habría dicho, palabras más, palabras menos, el experimentado parlamentario al jefe de Estado.
El titular del bloque le habría manifestado que las cosas no estaban para medias tintas en la Cámara y que el Gobierno -del que forman parte los propios legisladores ofuscados- corría el riesgo de pasar un papelón político.
Según se comentó más tarde, luego de esa charla, Manzur se habría comunicado con su vice para ver qué pasaba. Al parecer, en el intercambio ambos se pusieron de acuerdo en que lo mejor iba a ser que el propio mandatario decretara la suspensión del tarifazo, aún a costa de retroceder unos casilleros al desdecirse de su propio anuncio. Al mismo tiempo, Jaldo se habría comprometido a que los proyectos relacionados a las tarifas no iban a formar parte del temario de la sesión de hoy. De hecho, ese debate quedó clausurado y serán otros los proyectos por los que debatan en el espejado edificio.
El análisis fino de la decisión supuestamente consensuada entre Manzur y Jaldo habría sido que era preferible “pelearse” con las empresas concesionarias de los servicios que enfrentar la ira del 40% de los tucumanos bajo la línea de la pobreza, de los empresarios acorralados por la cuarentena y de los asalariados que no tuvieron incrementos salariales cuando tuviesen en sus manos las boletas de los servicios. Además, la oposición iba a capitalizar como propia la guapeada de la Legislatura por frenar los incrementos. No era “negocio” para el oficialismo provincial, habría sido la conclusión final.
Más allá de este presunto final feliz -al menos para los usuarios- está en duda si lo es para los respectivos seguidores de la dupla gobernante- en el ambiente quedó un tufillo extraño. ¿Quién asesoró al gobernador para que avanzara con esos aumentos en estos momentos, cuando su propio Gobierno nacional congeló las tarifas? ¿Por qué, otra vez, toma medidas de esas características sin buscar el aval legislativo? ¿Hay conciencia en el Ejecutivo de la crispada situación social en la que está inmerso Tucumán?
La Legislatura pareció asestarle un sopapo político a la Casa de Gobierno, como para que salgan del adormecimiento en que a veces parecen sumidos algunos inquilinos de ese palacio.
Estaban quienes incluso se jactan de haberle dado la chance al gobernador de una salida decorosa, pero bajo ningún punto de vista -según su análisis- se trató de una jugada maestra del mandatario para adelantarse a lo que hoy iba a decidir la Legislatura. O daba marcha o la batahola se desataba en el recinto.
La situación se dio por zanjada, al menos entre los líderes de ambos poderes. De hecho, Jaldo se preocupó en resaltar, primero ante los legisladores y luego en público, el gran gesto de Manzur al haber dado marcha atrás. El gobernador incluso habría puesto en caja a un director del ente regulador, que no quería saber nada con dar marcha atrás con el incremento. Habría argumentado que las boletas ya estaban impresas, a lo que le habrían respondido que vaya, las recoja y las haga imprimir de nuevo. Así será.